No hace falta leer los informes sobre el deterioro de la salud mental en la actualidad para darse cuenta de lo mal que estamos, solamente basta con caminar por las calles, leer las noticias locales, el mundo está en estado salvaje, disparándose, masacrándose, robándose, solamente sobreviviendo. La pandemia llegó y terminó de destapar nuestro lado primate en donde la banana es el trofeo que hay que conseguir a toda costa.

Yo como un hombre que cree en la ciencia y en los avances tecnológicos decidí confiar en la psiquiatría y la psicología, aun dándome cuenta que ambas están en la misma categoría que las ciencias ocultas, que el esoterismo; ir a donde un psicólogo es más o menos como leer el tarot, e ir a donde un psiquiatra es lo mismo que ir a donde un chamán o yerbatero, tienen la misma validez y así les duela tienen el mismo argumento científico.

En mi obra de teatro “Parce… voy a matar un man” en la cual exploro la bipolaridad como paciente, hay una frase que me ha costado muchos enemigos entre los llamados profesionales de la mente: “En más de 400 años de psiquiatría no hemos podido curar ni a un muñeco”, es una verdad irrefutable.

Les escribo esto porque soy un paciente diagnosticado con Trastorno Afectivo Bipolar Mixto y ansiedad social desde 2007 y ayer fue el último día en busqué ayuda psiquiátrica, no solo estoy convencido de que no sirven para nada sino de que son inhumanos, crueles, egocéntricos y que lo único que lograron fue destruir mi cuerpo a punta de medicamentos experimentales y no hacer absolutamente nada por mi mente que es la que anda un poco distraída y ofendida con todo lo que sucede en el mundo.

Yo vivo en Colombia, sé que algunos que lean esto pueden vivir en el exterior, pero no debe ser muy diferente. Vivir en Colombia no es fácil, un país de narcos, en donde todo, absolutamente todo está corrupto, la gente no tiene sueños o esperanzas, sino que viven por sobrevivir, por pelear el almuerzo de cada día y aun así han logrado adoctrinarlos a todos y meterles en la cabeza que viven en un paraíso, que viven en “Encanto”, eso es muy grave, muy frustrante y muy enfermo. Porque es como estar hundiéndose en el Titanic mientras se sonríe de felicidad admirando la belleza del amanecer, de lo único que los colombianos podemos estar orgullosos es de nuestra naturaleza y eso no lo hicimos nosotros, todo lo que hicimos está mal, las estructuras más básicas de esta sociedad están mal. Piensen en algo… el colombiano tiene dos particularidades muy extrañas que podrían ser clasificadas como graves desórdenes mentales, la primera es que casi nadie puede hacer nada por sí mismo, siempre le pide ayuda a los demás o contrata a otro, pero cuando lo hace, comienza a presionar por lo que no pudo hacer, como si por pagar o por ello o acudir a otro las cosas se realizaran mágicamente, en resumen, somos bastante inútiles. Y la segunda, siempre hay que preguntar “¿A que se está dedicando ahora?” porque acá nadie es nadie, todo mundo persigue el dinero, entonces un día son cocineros, al otro día importan cosas de china, al otro día instalan cámaras, al otro día se van para Estados Unidos a quedarse y así van por la vida saltando de profesión en profesión para poder comer. Esto vuelve loco a cualquiera.

Entonces a falta de citas durante tres años en la EPS Sánitas en la ciudad de Bogotá porque “no hay agenda” y porque la EPS en Colombia es otro robo mafioso que sirve para darnos la ilusión que tenemos un plan de salud pero no es así, decidí viajar a otra ciudad más pequeña para asistir por urgencias a que me cuadraran los medicamentos que realmente son drogas para trabarse, Litio, Rivotril y Prozac, opiáceos y sustancias para andar perdido todo el día de manera legal, más fuertes y peligrosos que la cocaína o la heroína y una de las principales causas de muerte en el planeta, pero como dicen por ahí “eso es lo que hay”, a eso se resume la psiquiatría hoy en día: a una traba.

Al llegar al hospital en la ciudad de Bucaramanga me encontré con una cárcel, literalmente, un lugar con vigilante que abre cada puerta con llaves, y que cuando uno ingresa se encuentra con un lugar lleno de barrotes en piso y techo y en donde le quitan a uno a su acompañante el celular para poder ingresar, no a donde un psiquiatra sino a donde un muchacho de unos 25 años que dice ser médico general y que lo único que hace es llenar formularios en una computadora, literalmente no hacen nada más y que al final llama por teléfono al supuesto “psiquiatra” el cual nunca está presente y siguiere que uno debe “internarse” para regular el medicamento. Ni siquiera un loco quiere recibir "ayuda" de un lugar de estos.

En Bogotá es igual o peor, después de rogar ocho meses o más cuando por fin se consigue una cita, uno asiste a donde algún prepotente hombre o mujer que lo mira de arriba abajo y que le echa la culpa de todos los males al vaso de alcohol que se tomó en la fiesta o a los dioses del Olimpo porque para ellos no existe más, en resumen señoras y señores y así les duela en el alma, la psiquiatría y la psicología son dos estafas más de esta era moderna, de esta sociedad de la posverdad en donde un poco de personajes que tuvieron la fortuna de que papi les pagara la universidad se dedican a especular y a experimentar con personas que batallamos día a día con estas condiciones que son terribles para quienes las vivimos. Y no le vayan a echar la culpa a Colombia únicamente porque he ido a visitar psiquiatras y psicólogos en El Salvador y Los Estados Unidos y es aún peor.

Anterior a los descubrimientos importantes de la medicina, los cuales les informo no realizan los médicos sino los científicos que las desarrollan (Piensen en un medico como un soldado, el dispara el arma, pero no la inventó) el médico solo podía especular, pero el psiquiatra es el único que no lo hace, aun sabiendo que no existe por ahora una cura, sigue creyendo que si la hay… en su mente.

A la medicina le hace falta humanidad, a la psiquiatría le hace falta estudio y academia, los médicos son personas deshumanizadas que solo se conmueven cuando la mamá está agonizando o es a él mismo a quien le diagnostican el tumor. Un medico no sirve de nada sino es empático, y en este momento la psiquiatría no está ayudando a nadie y mucha gente está sufriendo sola y en silencio.

Por mi parte ya no más, corto con este atado de charlatanes y culebreros que creen saberlo todo pero en realidad son cuenta-cuentos, yo tendré que buscar otros caminos para mi recuperación, estoy en el mismo punto de ellos y para mí en este momento me da igual meterme una traba con Rivotril que fumarme un porro o tomarme una botella de Vodka, me da igual… sirven para lo mismo, mismo efecto, misma ayuda, el psiquiatra ve mal abusar del alcohol pero aplaude abusar sistemáticamente de sus pepas.

A la comunidad de psiquiatras y psicólogos del planeta solamente puedo decirles que en lugar de estar ayudando, están destruyendo aún más la poca cordura que nos queda en los humanos, pero que conociéndoles, sé que ante esto tomarán su postura ególatra, su “pose de artista” y seguramente me señalaran como un loquito, como alguien que “necesita ayuda”, porque la única ayuda que ustedes hoy pueden brindar es alejar del mundo al paciente mientras la sociedad sigue cayéndose a pedazos.

Feliz reflexión…

Foto de Daniel Reche en Pexels