Por José Pérez Méndez. –  (REPUBLICA DOMINICANA.) Aún con sus críticas propias del ejercicio, la clase política ha mantenido un sitial muy importante en la sociedad moderna de hoy. La división social del trabajo le ayudó a mantener su función de ser la clase que gobierna. La profundización de la democracia y el fortalecimiento de las instituciones le permitieron consolidar su espacio de ser la clase profesional que gobierna los países.

En los países emergentes fue muy común que el espacio de los políticos fuera ocupado por los militares que gobernaron con autoritarismo y conservadurismo a la vez, y hasta en ocasiones se escogió a figuras exitosas del arte o el deporte para desempeñar funciones que les correspondían a los políticos.

La ola Neoliberal y la Globalización le restaron poder a la clase política ya que dicha corriente económica promovía la imposición del interés de las corporaciones sobre cualquier otro interés en la sociedad. La clase política vio mermar su espacio y su capacidad para tomar decisiones en base a lo que fuera el interés público o social.

La ola Neoliberal tocó fondo con la crisis mundial que se inició en el año 2008 en Estados Unidos y que luego se expandió por todo el mundo. El postulado de que el sector económico era capaz de auto regularse y de que menos gobierno era necesario y saludable para la economía resultó ser un fracaso.

Todo apuntaba a que volveríamos a un mundo donde el interés económico no estuviera por encima del interés social y nacional sino lo contrario, y para lo cual se necesitaba de un gobierno que regulara la economía y a sus entes participativos.

En ese escenario ocurrieron las elecciones de Estados Unidos del 2008 y que fueron ganadas por el partido demócrata llevando como candidato a Barack Obama. Esta victoria significaba el fin del dominio del interés económico sobre el interés social y nacional.

La reelección de Obama fue la reafirmación de que el gobierno debía no sólo estar dirigido por políticos sino que estos debían ser quienes tomaran las decisiones importantes sobre cómo gobernar un país en un ámbito de negociación y concertación para lograr el bien común.

Pero ahora surgen señales de que lejos de aceptar esa situación los genios de las corporaciones se han puesto de acuerdo para promover una nueva corriente que se llama la “anti política” y que consiste en hacer grandes inversiones en los medios para culpar a los políticos de ser los responsables de los problemas que ha generado la crisis mundial y los cambios en la economía mundial.

Se trata de una especie de conspiración política contra los políticos a los fines de descalificarlos para seguir gobernando los países; y para justificarlo sacan a relucir los graves problemas existentes como son el desempleo, la pobreza y que producen gran insatisfacción en los ciudadanos de los diferentes países.

Fue así como lograron orquestar la candidatura de Donald Trump que mediante mecanismos publicitarios logró fijar en la mente de muchos ciudadanos que para resolver los problemas económicos de Estados Unidos era necesario alguien que no fuera del establishment político.

Ahora falta por ver lo que harán desde el poder para darle sentido de éxito a este plan macabro contra la clase política del país más poderoso de la tierra. De seguro que harán todo lo posible para salir bien ya que del éxito de este ensayo dependerá si se propaga por el resto del mundo.

La clase política del mundo debe estar muy preocupada y sobre todo muy ocupada en qué hacer ante este panorama que se le presenta a la misma, toda vez que si Donald Trump tiene éxito como Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica y logra reelegirse en el 2020 entonces la situación para los políticos se tornará mucho más difícil en el mundo entero.

No sé qué deberá hacer la clase política de USA ante este fenómeno pero creo que marcar diferencia y hacer resistencia a esta nueva embestida le ayudaría a preservarse como clase para resurgir y retomar el poder en las elecciones del 2020.

No se trata de boicotear la gestión de Donald Trump sino de no dejarse arrastrar por el populismo de este presidente y aprovechar el escenario para restablecer sus nexos con la sociedad a los fines de que los ciudadanos entiendan lo que ha estado pasando en la misma.

Los responsables de este desastre no son los políticos sino los que generaron y lanzaron la ola neoliberal y la globalización como una panacea o barita mágica a los problemas del mundo, aun cuando ellos sabían que los únicos problemas que se buscaba resolver eran las aspiraciones económicas de los grupos que la auparon y la patrocinaron.

Visto así este escenario a la clase política le esperan momentos difíciles en los años por venir y del desempeño que tenga dependerá su sobrevivencia y su futuro en el mundo de hoy.

Así que: políticos del mundo uníos por su salvación y cuídense de las trompadas de Trump.

José Pérez Méndez.

El autor reside en Queens, New York.